miércoles, 2 de enero de 2013

2 de Enero

No esperaba hacer una entrada como esta el segundo día del año; pero después de todo el día dar vueltas a la cabeza, de llantos, de abrazos y de conversaciones creo que es lo más sensato, y además no podría escribir de otra forma.
Dentro de un par de días hará un año desde aquellos fatídicos cinco días de inicio del 2012, cuando mi abuela, después de pasar una noche entera en el suelo, fue cayendo en picado. Leo las palabras que esos días escribí y las lagrimas afloran en un instante.
Nada mejoró. Y por mucho que me esfuerzo no sé como expresarme; hay tantas cosas que quiero decir, soltar, liberar... que no se ponen de acuerdo para abandonarme, se quedan atrás, mirandome y empujándose a ver cuál es la que primero lo hace.

Mi abuela se muere.

Y eso es algo evidente. No hay que darle más vueltas. No es la persona que yo siempre conocí. Es como un niño pequeño, con sus cambios de humor, sus berrinches y sus tonterías.

Hoy, me he dado cuenta que mi madre realmente me valora por como soy, por el niño más o menos grande en el que me he convertido. Un tanto protestón, un poco arisco, pero es sólo un borrador de lo que quiero convertirme.
Ha venido a mi, temblando, pidiendome consejo. Todo esto la está superando. Me ha pedido consejo porque somos muy parecidos, volubles, temperamentales, sensibles. A veces pienso que mi madre tiene los mismos problemas que yo, y por eso es por lo que precisamente más la quiero, porque yo comprendo exactamente todo lo que pasa por su cabeza.
Durante estos meses de declive, mi abuela la ha puesto entre la espada y la pared en innumerables ocasiones; usandose del chantaje emocional, gritándole cosas que no debería, enemistandola con mi padre...

Y es por eso que hoy necesitaba soltarme.

Mi abuela se muere, lo sé. Y no está siendo rápido. Y eso es, precisamente lo que me jode.
No me gusta este estado en el que ni se avanza ni se retrocede. Las cosas están siendo muy duras, y yo no sé donde meterme, la verdad,... las cosas están siendo demasiado dificiles, y como sigan así lo peor, lo que más me jode, es que van a terminar llevandose a más personas por delante.

Sólo cabe esperar algún tipo de justicia divina, o lo que sea. Yo, la verdad, tiro la toalla.

Nuevas metas se unen a las antiguas, nuevos propositos alientan mi camino.


No hay comentarios:

Publicar un comentario