domingo, 21 de abril de 2013

21 de Abril.

Hoy persigo el mismo sueño de siempre, una vez más. Y comparto algo que me inspira mucho con todos vosotros.
Espero que lo valoréis tanto como yo, como una pequeña caja de musica sobre todo el ruido de la ciudad de Manhattam.



Decálogo del escritor 
Augusto Monterroso
Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

sábado, 20 de abril de 2013

Uno de mis problemas es que tengo mucho aguante, demasiado quizás.  Hay veces que con tal de no dañar a alguien, espero paciente vientos y mareas, sin ser capaz de admitir que me han fallado.
También soy demasiado paciente, y espero a que la gente cambie, y salga su vena "buena por naturaleza", en vez de admitir que nadie es bueno, que el mal reina sus corazones y el diablo ha comprado  un piso en Manhattam para quedarse.

jueves, 18 de abril de 2013

18 de Abril.

Oda a la utopía


Propongo que todos los lunes sean fiesta, y que las semanas duren 5 días, porque así creeremos que descansamos más o menos lo mismo de lo que trabajamos.
Propongo que todos los días excepto uno sea nuestro “feliz no cumpleaños”, y celebrarlo en calidad de máxima fiesta.
Le propongo al sol que no deje nunca de brillar, y que las nubes lo abracen con fuerza esos días tristes, aquellos que no queremos Salir de la cama.
Le propongo a los políticos que se echen a dormir. Y a los asesinos. Y a todos los ladrones del mundo. Que se suman en un largo letargo, y podamos así elaborar un nuevo concepto de persona. 

jueves, 11 de abril de 2013

11 de Abril

Aquella tarde quedamos como todos los miércoles hacíamos, un polvo rápido y cada uno a su casa. Subiendo por el ascensor me quité la camisa, me eché un poco más de perfume por el cuello y me preparé para una sesión de sexo bestial.
Me abriste totalmente desnudo, y sonriendo con esos dientes tan perfectos en una sonrisa tan pícara.
Pasamos directos al sofá, me empujaste y te tiraste encima.
Lo hicimos como nunca antes, pero cuando acabé ni siquiera me di cuenta de que ya habías terminado.
<¿Qué tal ha estado?> te pregunté. a lo que tu respondiste que como siempre, y entonces supe que lo que había cambiado era mi forma de ver las cosas, y ya habías dejado de ser aquel príncipe de las tinieblas que me juró amor en lo alto de la catedral de Burgos.

martes, 9 de abril de 2013

9 de Abril

Todo empezó con un "estoy de mala hostia" Ahí ya me piqué, y hasta que no te hice olvidar los problemas y reirte, no paré.
Debería dormir.

domingo, 7 de abril de 2013

7/8 de Abril de 2013 2.42

Las lágrimas corren con fuerza por sus mejillas. Acaba de dar el último toque a la carta, y la ha sellado y grabado. Esa será la última vez que la modifique, y por eso es por lo que llora, para cerrar el pacto.
Empieza a fallarle el aire y coge una cocacola de la mesita. Un chute de cafeína es justo lo que necesita en ese preciso momento. Encuentra vodka en el armarito de la tele, y alegra con él la cocacola. En cuanto la vista se le nubla se da cuenta de que aún sigue llorando, y se levanta del sofá. Va dando tumbos por el pasillo hacia el maletín sanitario recién estrenado, y a tientas busca un cutter. Uno de esos esterilizados tan útiles en las suturas.
Se derrama un poco de vodka en el brazo y lo extiende, y lentamente comienza el mismo ritual de marcas que lleva realizando desde pequeño.
Abraza esa sensación con una mueca extraña, entre sonrisa y dolor,  notando la sangre gotear por acción de la gravedad. Cuanto tiempo, se dice sonriéndose a si mismo, y entonces mira abajo, y en medio del charco de sangre encuentra la foto de Lucinda, y acto seguido se lleva las manos a la cabeza, y se desmaya.