Y entonces conoces al chico de tu vida. Sólo que tu hasta ese momento no lo sabías.
Te tiras mucho tiempo hablando con esa persona que llegó por casualidad; casi sin que tú te dieras cuenta, y entonces un día te das cuenta de que es perfecto.
Perfecto en sus imperfecciones, y que en realidad es lo que tu siempre has querido, pero nunca te has atrevido.
Y entonces la jodes, y te vuelves impulsivo. Pero por miedo, por rabia, porque tiemblas sólo al pensar que alguien te lo puede quitar.
Y llega el día en el que te cuenta que se va de la ciudad, y que todo tiene que terminar. Y te quedas con cara de "qué hace alguien como yo en un sitio como este". Y todo sigue igual, a efectos prácticos nada ha cambiado, pero tu por dentro estás consumido.
Y el día siguiente coge y te dice que quiere presentarte a su "mejor amiga de toda la vida" que se dice pronto. Y tú te quedas con la misma cara, pensando en qué jodido momento te dejaste echar el lazo. Pero accedes.
Y te sientes estúpidamente feliz; porque tal vez él ha dado un paso muy grande, y no quieres pasarlo por alto. Lo pasas genial. Pero entonces, llegas a tu casa y vuelven las mismas pesadillas, y vuelves a pensar en todos esos mismos monstruos.
Y así siguen pasando los días. Hasta que un día te dice de ir a tomar algo con su prima. Y esta vez tienes cara de vértigo como si te fueras a lanzar de lo alto del Empire State, o algo así.
Pones mirada en retrospectiva y realmente no sabes qué c*** ha hecho que todo sea así.
Y vas. Y lo pasas genial, pero sin olvidar nada de lo anterior.
Y entonces, camino al coche te dice que nunca antes había sido tan feliz con "amigos y su pareja" y tus barreras son explosionadas al momento y te nace un algo en el pecho que no puede contener gritarle que NO SOIS PAREJA, y que se va fuera, y blablabla.
Y él te pregunta si no había quedado zanjado el asunto. Y tu te quedas nuevamente con cara de "yo lo veía zanjado pero no haces más que contradecirte" y mantenéis una conversación en el coche en la que todo empieza con un par de ojos anegados en lágrimas y terminan con las palabras Te quiero.
Y al día siguiente se casa su tía, y tú estás invitado. Y nuevamente te encuentras en la cima de una montaña rusa con una presión acojonante en los huevos nada placentera, se le llama miedo. Pero vas. Y eres inmensamente feliz, por lo que para él debe suponer, y porque te encuentras como en tu mundo, y te das cuenta de que merece la pena no haber dormido, vestir de largo en pleno julio y los comederos de cabeza de los días anteriores. Porque en ese momento, con él a tu lado, sentado, eres feliz. Y no quieres que eso acabe.
Y entonces al día siguiente resulta que le dan una fiesta de despedida en un sitio. Y tú sientes que vas a morir, porque en los últimos días no has dormido más de 4 horas diarias, pero no importa. Las ojeras no existen, y la felicidad combate la mala hostia que te da cuando no duermes, y eso te mola. Y decides ir.
Y entonces llegas, le dices que baje y lo ves asomarse al balcón con sus hermanos. Y por un momento crees y deseas que no es lo que has visto. Pero entonces baja, y te dice que estaba entretenido con su hermana, y te quedas mirandole con cara de " Qué cojones hace alguien como yo viniendo a un sitio como este" nuevamente. Y notas como empiezas a sudar, y crees que te vas a caer rodando por las escaleras. Y entonces te dice que los padres no van a tardar en irse. Y te da un Heartattack renombrable. Y te quedas mirandole sin saber qué decir.
Pero subes, te presenta a todo el mundo super orgulloso, y eso te hace llorar fuertemente, pero bajito. Y conoces a sus padres, y sin saber porqué terminas manteniendo con ellos conversaciones banales y te encuentras increiblemente bien.
Mientras, él va de un lado a otro, haciendo estupendamente de anfitrión de la fiesta.
Entonces llega el momento en el que los padres deciden irse, y echas por primera vez a consciencia la mirada alrededor, y te das cuenta que de las 8 personas que hay en ese momento conoces a dos, y a uno de ellos no le guardas demasiada estima. Y él sigue haciendo su papel de perfecto anfitrión, y tu sabes que no te importa, al menos durante el 20 por ciento de tu batería siga óptimo.
Y entonces llega él y te dice que otra tercera persona de la fiesta te conoce, y empieza a entrarte ese sudor frio por la espalda.
Intentas sociabilizarte pero no puedes, sabes que no.
Y te das cuenta que no sabes si no estabas preparado para enfrentarte a ello, o simplemente en el fondo no te sentías acompañado.
Simplemente decides abandonar, y quedarte con la mejor de las sonrisas, recordando que por un momento, eres feliz.
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